El Lobo y la Cigüeña

Un día, los lobos organizaron un gran festejo y prepararon una deliciosa comida. Uno de los animales, temiendo quedarse sin probar alguna de las exquisiteces que se habían cocinado, comió muy deprisa con tan mala suerte que se atragantó con un hueso. 


Agobiado, empezó a saltar y, al verlo, se acercó una cigüeña que casualmente pasaba por allí. Por gestos, le hizo entender al gran pájaro lo que le había pasado y este, compadeciéndose  del pobre lobo, se dispuso a echarle una mano. 

Así que introdujo su largo pico en la boca del animal hasta alcanzar el hueso que se había quedado atravesado en la garganta.

Satisfecho, el lobo dio media vuelta para regresar al banquete. «Amigo», le dijo la cigüeña con suavidad, «me debes la cuenta por mis servicios y ni siquiera me das las gracias». «¡Estás loca!», respondió el lobo con desdén. «¿No tienes bastante con haber salido libre de mi boca? ¡Eres tú quien tiene que darme las gracias!».

La cigüeña se marchó entonces, sin decir nada, pero pensando que, en el refrán: «haz el bien y no mires a quién». 






Comentarios personales:

Hay que ser precavido, no vaya a ser que quien reciba tu ayuda sea tan egoísta que no sea capaz de valorarla y, además, pueda convertirse luego en tu enemigo.

En referente a la respuesta del Lobo, talvez se vea como malagradecido, pero él fue sincero y honesto también, sincero a su Instinto y a su Naturaleza. 

Una frase que de niño me recuerdo: El diablo mismo es bueno cuando está contento.

Que dicha tuvo la cigüeña de no haber sido parte del banquete. 







Gracias por leer las publicaciones de JJCE 


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